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ENFERMEDAD
Sin distinguir, llamamos "enfermedad" a diferentes fenómenos.
A causas, condiciones y acciones.
La enfermedad es una acción del organismo vivo
para eliminar la causa de su mal.
La enfermedad es un proceso reparador, no una entidad localizada.
Es un proceso de purificación y reparación.
Es el resultado de un modo inarmónico de vivir.
Un acto orgánico caraterizado por la exaltación o remisión de funciones,
con tendencia a la curación o restablecimiento de la armonía.
Sin embargo, nosotros suprimimos estos mecanismos de defensa del organismo con medicinas porque nos causan molestias y dolor.
Así la temperatura alta, la diarrea, los estornudos, el vómito...
Tratar de suprimir la enfermedad
sin haber eliminado la causa que la produce
es un acto carente de lógica
y tiene consecuencias perjudiciales para el enfermo.
El cuerpo provoca estos mecanismos
para poder expulsar de sí lo que le hace daño.
Y cuando decimos que está enfermo de cáncer, presión alta, artritis, etc. estamos describiendo una condición de nuestro cuerpo.
Una condición como resultado de una consecuencia natural
de una continua intoxicación por nuestros hábitos
personales y como sociedad.
De ahí el carácter moral de la enfermedad.
La causa de las enfermedades son responsabilidad del enfermo, que con su conducta antifisiológica y con tratamientos supresivos ha agotado las posibilidades de muchos mecanismos defensivos extensos de peligro.
Un tratamieno supresivo puede tornar una crisis curativa en destructiva.
Si quieres curarte, corrige tus malos hábitos.
Y aunque la tendencia de la enfermedad sea siempre curativa, no siempre está en condiciones de realizarla. Es destructiva cuando el organismo no ha encontrado un medio de realizar, por camino inocuo, la solución de su conflicto patológico. Y este es el caso del cáncer.
Me parece importante detenernos en el caso del cáncer.
Antes creía que era un mecanismo de autodestrucción del cuerpo.
Esa es la interpretación más común.
Sin embargo hoy entiendo que...
El cáncer es el último recurso que tiene el organismo para sobrevivir.
Cuando el PH de nuestro cuerpo es tan ácido,
nuestras células no pueden respirar.
Y el cáncer es una mutación de las células
que no requieren oxígeno para sobrevivir.
Aunque no pueden cumplir las funciones de las células normales,
al menos hay una extensión del tiempo de vida.
Hoy en día hasta el agua que tomamos es ácida.
Porque puede estar a la venta mayor tiempo y representa una utilidad. Sencillamente extraen las sales minerales que requerimos
y añaden químicos.
Volviendo al tema de la enfermedad,
tenemos la idea de que es un agente externo
que nos hace daño y que hay que eliminarlo luchando contra él.
Así el caso de los virus, bacterias y gérmenes.
Sin embargo, éstos no son la causa de la enfermedad.
Ellos existen y son indispensables para mantener el equilibrio biológico.
Sólo proliferan cuando ha disminuido nuestra resistencia a ellos
y cuando encuentran un campo favorable para su proliferación.
Y esto sucede cuando el ambiente de nuestro cuerpo es ácido.
Y la mala digestión es una de sus causas, así como la toxemia.
La condición toxémica del cuerpo es la causa de la enfermedad.
DESARROLLO DE LA ENFERMEDAD
1. Hábitos físicos, mentales y emocionales e influencias ambientales que obligan a un desgaste excesivo de energía nerviosa.
2. Fatiga nerviosa.
3. Disminución del poder del cuerpo en general con secreciones y excreciones deficientes.
4. Nutrición defectuosa e intoxicación.
5. Ulterior disminución de la energía nerviosa frenando aún más las secreciones y excreciones corporales.
6. La toxemia como resultado de la fatiga nerviosa al grado que impide el funcionamiento normal del organismo.
7. El cuerpo entra en un círculo vicioso del cual trata de escapar de tiempo en tiempo por medio de crisis o procesos de eliminación compensatoria, llamadas enfermedades agudas, a través de las cuales trata de liberarse del exceso de toxinas que han rebasado el nivel de tolerancia del cuerpo.
2. Fatiga nerviosa.
3. Disminución del poder del cuerpo en general con secreciones y excreciones deficientes.
4. Nutrición defectuosa e intoxicación.
5. Ulterior disminución de la energía nerviosa frenando aún más las secreciones y excreciones corporales.
6. La toxemia como resultado de la fatiga nerviosa al grado que impide el funcionamiento normal del organismo.
7. El cuerpo entra en un círculo vicioso del cual trata de escapar de tiempo en tiempo por medio de crisis o procesos de eliminación compensatoria, llamadas enfermedades agudas, a través de las cuales trata de liberarse del exceso de toxinas que han rebasado el nivel de tolerancia del cuerpo.
En medicina natural no es la enfermedad lo que hay que combatir.
Lo que tenemos que combatir son causas.
Y lo que necesitamos hacer es ayudar a las fuerzas orgánicas para naturalizar los medio de vida y depurar el cuerpo
de cuanto le impida su funcionamiento.
La curación sólo puede obtenerse poniendo al enfermo
en condiciones de que estos mecanismos reguladores
funcionen en forma que lleguen a eliminar las impurezas
y reconstruyan los tejidos y humores sobre bases normales.
Los mecanismos reguladores sólo se pondrán en juego si son estimulados por los agentes naturales que los constituyen y dan vida: aire, agua, luz, sol, alimento, movimientos, pensamientos y sentimientos.
Curar es depurar al organismo y estimular armónicamente las fuerzas vitales, muchas veces adormecidas, más no agotadas.
El cuerpo es un sólo órgano y la vida un sola función.
Debemos tratarnos íntegramente, como personas.
Y cada persona, de acuerdo con su historia,
se sitúa dentro de un muy particular contexto,
y tiene una particular condición.
Y cuando una persona presenta desequilibrio en un órgano,
no significa que solamente dicho órgano está enfermo,
sino que el organismo ha encontrado en ese órgano
ciertas facilidades o condiciones para realizar
su función patológica de defensa.
Por eso el efecto que llamamos enfermedad lo determina cada organismo, no la causa morbosa.
De ahí que...
NO existen enfermedades, sino enfermos.
En la enfermedad no sólo interesa saber
por qué se produce (causa) y cómo se produce (mecanismo),
sino muy especialmente...
para qué se produce (finalidad).
Sólo entonces estaremos en condiciones de ayudar al enfermo.
La enfermedad por tanto no tienen un carácter repentino y casual.
Es la actualización de estados latentes.
Y si seguimos creyendo que las medicinas o químicos son los que nos curan es necesario reconocer que no tienen otro poder más que su acción química. Pero es necesario darnos cuenta que es el organismo vivo el que actúa, reacciona en defensa de nuestra salud.
Es necesario reconocer el poder que nuestro cuerpo tiene.
Que la vida toma acciones para restablecerse
en la armonía que le es propia.
Más allá de la destrucción química que pueda hacer,
un laxante no tiene ningún efecto en un cadáver.
El intestino no se movilizará.
Lo terrible es que las medicinas pretenden muchas veces curarnos produciendo la enfermedad contraria.
Lo cual sólo implica un mayor desgaste de energía para el cuerpo
y su consecuente desgaste fisiológico.
Si queremos curarnos y si apreciamos nuestra vida,
tenemos que poner en duda la medicina alópata
a la que le confiamos ciegamente nuestra vida.
Tenemos que empezar a investigar más.
A involucrarnos nosotros mismos con lo que creemos
que es mejor para nuestro cuerpo.
Investigar, aprender y ordenar nuestra vida hacia el mayor bien posible.
Lo que tenemos que combatir son causas.
Y lo que necesitamos hacer es ayudar a las fuerzas orgánicas para naturalizar los medio de vida y depurar el cuerpo
de cuanto le impida su funcionamiento.
La curación sólo puede obtenerse poniendo al enfermo
en condiciones de que estos mecanismos reguladores
funcionen en forma que lleguen a eliminar las impurezas
y reconstruyan los tejidos y humores sobre bases normales.
Los mecanismos reguladores sólo se pondrán en juego si son estimulados por los agentes naturales que los constituyen y dan vida: aire, agua, luz, sol, alimento, movimientos, pensamientos y sentimientos.
Curar es depurar al organismo y estimular armónicamente las fuerzas vitales, muchas veces adormecidas, más no agotadas.
El cuerpo es un sólo órgano y la vida un sola función.
Debemos tratarnos íntegramente, como personas.
Y cada persona, de acuerdo con su historia,
se sitúa dentro de un muy particular contexto,
y tiene una particular condición.
Y cuando una persona presenta desequilibrio en un órgano,
no significa que solamente dicho órgano está enfermo,
sino que el organismo ha encontrado en ese órgano
ciertas facilidades o condiciones para realizar
su función patológica de defensa.
Por eso el efecto que llamamos enfermedad lo determina cada organismo, no la causa morbosa.
De ahí que...
NO existen enfermedades, sino enfermos.
En la enfermedad no sólo interesa saber
por qué se produce (causa) y cómo se produce (mecanismo),
sino muy especialmente...
para qué se produce (finalidad).
Sólo entonces estaremos en condiciones de ayudar al enfermo.
La enfermedad por tanto no tienen un carácter repentino y casual.
Es la actualización de estados latentes.
Y si seguimos creyendo que las medicinas o químicos son los que nos curan es necesario reconocer que no tienen otro poder más que su acción química. Pero es necesario darnos cuenta que es el organismo vivo el que actúa, reacciona en defensa de nuestra salud.
Es necesario reconocer el poder que nuestro cuerpo tiene.
Que la vida toma acciones para restablecerse
en la armonía que le es propia.
Más allá de la destrucción química que pueda hacer,
un laxante no tiene ningún efecto en un cadáver.
El intestino no se movilizará.
Lo terrible es que las medicinas pretenden muchas veces curarnos produciendo la enfermedad contraria.
Lo cual sólo implica un mayor desgaste de energía para el cuerpo
y su consecuente desgaste fisiológico.
Si queremos curarnos y si apreciamos nuestra vida,
tenemos que poner en duda la medicina alópata
a la que le confiamos ciegamente nuestra vida.
Tenemos que empezar a investigar más.
A involucrarnos nosotros mismos con lo que creemos
que es mejor para nuestro cuerpo.
Investigar, aprender y ordenar nuestra vida hacia el mayor bien posible.
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